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sábado, 30 de agosto de 2008

Hellboy

Aprovechando el estreno de la segunda adaptación a la gran pantalla, voy a hablar, no, de la película no, lo siento, del cómic que le dio origen.

Mike Mignola comenzó su carrera como dibujante para las dos grandes empresas del mercado estadounidense, Marvel y DC. Sería en ésta donde empezaría a adquirir fama, y se encargaría del arte de dos obras de cierta relevancia, Cosmic Oddisey y Gotham by Gaslight. En ambas, su dibujo barroquista y preciosista nos dejó algunas imágenes casi inolvidables. Continuaría haciendo trabajos para dichas compañías, hasta que en 1993, ya para Dark Horse, crearía a Hellboy. En principio ayudado por John Byrne, ya que Mignola carecía de experiencia como guionista, pronto tomaría él las completas riendas de la serie, aunque en muchas ocasiones artistas y guionistas invitados trabajan con el personaje.

La historia del personaje comienza cuando un grupo de nazis ocultistas invocan lo que piensan, será un arma que les ayudará a ganar la guerra. En lugar de ello, y tras una explosión, aparece un extraño bebé rojizo que es rescatado por los estadounidenses y adoptado por el profesor Trevor Bruttenholm, que junto a Hellboy y otros personajes formará una división de investigación de lo paranormal. Así pues las historias transcurren entre la investigación de estos fenómenos, y una trama principal en la que se averiguan cosas sobre el misterioso origen de Hellboy.

Salvo cuando se trata esta trama, el tono general de la serie es de acción ligera, con escenas humorísticas y con una temática que se inspira fuertemente en Lovecraft, mitología, folklore, horror de serie B, y toda suerte de historias misterioras y terroríficas. Una lectura recomendable para pasar un rato divertido sin más pretensiones.
Sin embargo, para servidor, el punto fuerte del cómic es su espectacular dibujo. Como ya se ha mencionado, Mignola no es un consolidado guionista, pero sí un dibujante excepcional, de estilo marcadísmo y reconocible. Manejo magistral de las sombras, diseños de personajes caricaturescos y muy conseguidos, y sobre todo, unos fondos detalladísimos, donde Mignola se recrea y nos deleita con la mejor imaginería de catedrales y templos, frondosos bosques y recargadas ciudades.

Una obra donde el argumento quizás no nos absorba demasiado, pero que distará de dejarnos mal sabor de boca y donde el preciosista dibujo sí será el factor que igual nos haga releer el cómic varias veces para apreciar esos estupendos detalles.

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